domingo, 6 de abril de 2008

"... ¡éste era mi sitio!, ¡sólo fuí a tomar agua!, protesté en vano. "Quien se fue a Sevilla perdió su silla" me respondió la iracunda usurpadora de mi cómodo lugar frente a la tele...
"El que se va a Sevilla pierde su silla"
Este dicho data del siglo XV cuando un sobrino de Alfonso Fonseca, prelado de Sevilla, fue nombrado arzobispo de Compostela.
Como en aquella época había muchos disturbios en Galicia, Fonseca decidió ir personalmente a Santiago para preparar el camino. La sorpresa se la llevó cuando al volver a Sevilla comprobó que su sobrino le había robado el cargo de prelado.

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